lunes, 23 de marzo de 2020

El Mecánico Sudoroso

Esto me sucedió cuando tenía 24 años y vivía en el barrio de Paternal por Capital. Durante ese año me había desplazado diariamente por el barrio pero nunca me había pasado nada extraordinario como aquel día.
Estaba en la tercera semana de marzo, hacia mucho calor todavía, era martes y ese día salí de casa con destino incierto caminando en dirección al super que está cerca de la estación de Paternal. En un momento creo que me perdí porque estaba frente a varios talleres mecánicos, y lugares que vendía repuestos para autos y cosas así. Quiso la suerte que en la salida que elegí preguntar en uno, así que me encaminé al interior, donde un hombre maduro de unos 40 y tantos, grueso, morrudo y con una pancita tentadora, de piel blanca, como de mi altura, con el pelo negro no tan abundante, que se llamaba Jorge y justo era el dueño del taller se apresuró a dejar el coche que tenía entre manos e intentar resolver mi problema, y responderme. Pero tras echar un vistazo me dijo no sabía bien como explicarme donde debía retomar para ir al super pero si lo esperaba el iba y se ofreció a llevarme. A todo esto me pareció demasiado amable, y dentro mio tentador, que mi pija casi se para cuando lo escuchó..
Así que durante ese tiempo que restaban me dedique a mirar como trabajaba Jorge en aquel auto. Durante todo ese tiempo no hice mas que mirar al maduro mecánico, que sudaba muchísimo mientras trabajaba. Con todo el disimulo que podía miraba como su sucia camisa, empapada en sudor, marcaba la forma de sus pechos, pezones y panza peluda por lo que pude observar.

Los pantalones jeans que llevaba eran mas bien justos, marcando un culo bien redondo y enorme, y un bulto también grande entre las piernas que me pareció muy bien formado. Pero lo que más me excitaba era verlo cuando tenia que ajustarse: la camisa que se le salía, las carnes se le marcaban woof! . Estaba en la gloria viéndolo, era un hombre precioso, con esa barbita de algunos diás, osote y todo peludo. De vez en cuando los pantalones se le estiraban tanto que dejaba ver la parte superior del culo, donde una mata de pelo negro se escapaba furtivamente.
Aunque el tiempo pasaba rápido, mientras hablaba de cosas comunes con el osote, llegó un momento en que no pude más, se me había parado la pija mal! y le pregunte donde estaba el baño. Allí me encamine al mingitorio de pared que había justo al lado del lavado, saque la pija y comencé a hacerme una paja. Cuando apenas estaba haciéndolo oí el ruido de la puerta. Me pegué todo lo que pude al mingitorio para que no vea mi pija parada y mis manos con el pre seminal que salía, y miré para verlo, que me saludó.

Había entrado a lavarse las manos y mientras lo hacía me dijo que ya le quedaba poco de trabajo para llevarme. Yo debí ponerme como un tomate de vergüenza y rezaba para que no se diera cuenta de lo que me pasaba, así que me subí el cierre del jean e hice como si hubiera acabado de mear intentando esconder. Él después de lavarse las manos, se dirigió al mingitorio que yo acababa de dejar. Mientras yo me lavaba las manos todo lo rápido que podía no pude evitar lanzar una miradita descuidada al oír el ruido de su meada, y pude ver que estaba ligeramente separado de la pared, pudiendo ver por un segundo un trocito de su glande. Salí del baño y el resto del tiempo intenté no mirarlo tanto pero me era imposible. Era precioso ese hombre.
Al fin, él me dijo que lo esperase en su oficina que ya cerraba el local y nos íbamos. Allí me encontré en un despachito todo revuelto de papeles. Me senté en la silla frente al escritorio y esperé.
Jorge vino a los tres minutos. Saludó y se dirigió detrás del escritorio. Mientras me hablaba de cosas banales mi mente se perdió, porque al tiempo que hablaba y como el que no quiere la cosa él se estaba desabrochando la camisa y secándose el pecho y las axilas con una pequeña toalla. Así pude ver aquel pecho con pelo negro, sus tetas que eran grandes sin llegar a ser obesas y su vientre prominente todo peludo. Fue una gloria. Y siguiendo con su limpieza, se desabrocho el botón del jeans y bajó un poco el cierre, y levantando un poco la parte del calzoncillo blanco con figuritas que llevaba, se metió la toalla para secar el sudor de su entrepierna, así pude ver durante un segundo otra vez su glande. Woof!

Esta vez pude verlo mejor: tenía la piel un poco separada, era de color carne apagado y no parecía ser muy grande, mas bien al contrario, parecía tener una pija corta pero gruesa. Yo estaba en el limbo, debí quedarme de piedra y cuando reaccioné fue para apartar la vista con otro ataque de vergüenza. En ese momento solo me hizo volver a la realidad el momento en que Jorge, mientras se volvía a abrochar acabando así de arreglarse me dijo que no le iba a salir barato que me llevará. Y yo saltando le grité casi "Como?!".Entonces le dije que si es un precio excesivo para mi economía prefería irme. Jorge entonces me dijo "Bueno, veamos lo que podemos hacer", me respondió, y se dirigió a un armario a mis espaldas. Yo miraba los papeles sobre la mesa y lo oía tras de mí trasteando con un archivador. Cuando regresó me dijo: "Creo que podré hacerte el favor, pero me tienes que hacer otro". En ese momento se me vino el mundo encima, en que me había metido me pregunté. Estaba terriblemente nervioso, así que solo pude responder de manera automática e instintiva, con la voz ahogada: "Que sería?".
Él sonrió, se puso de pie a mi lado e incrédulo pude ver como volvía a desabrocharse el pantalón, bajarse el boxer aquel blanco y dejar fuera aquella pija pequeña y bastante gruesa, envuelta en una mata de pelo negro enorme y rizado, y unos huevos redondos y enormes en la comparación. La acercó hasta mi boca. En ese momento me asaltó un olor a sudor y bolas de macho increíble, y de repente todos mis tabús desaparecieron y dejé correr mis instintos. Agarré su pija y comencé a chuparla como tantas veces me imaginaba en sueños, moviéndola dentro de mi boca entera, restregándola por todos lados con mi lengua, llenándola de saliva, masajeándola dentro y fuera con la lengua, tragándomela entera hasta sus huevos y su pelo púbico, intentando meter la mayor parte de todo ello en mi boca.La saliva era tan abundante que se me escapaba de la boca conforme su pija iba creciendo de manera lenta. La saque y comencé a masajearla mirándola, intentando aprenderme de memoria todos sus detalles, y de manera salvaje acabé le bajé los pantalones hasta el suelo, llevando mis manos a sus nalgas, que me sorprendieron porque eran enormes y para nada flácidas, sino duras. Con mi boca comencé a comerle todo desde su verga que ya estaba bien dura, hacia arriba, los pelos púbicos, el bajo vientre, el ombligo, y mis manos frotaban su culo con suaves masajes. Él me acariciaba el pelo con una mano y con la otra, desabrochándose su camisa se tocaba sus pezones.


Su pija ya había alcanzado una erección de unos 17 cm más o menos me pareció, había engordado, pude sentir como empezaba a emanar fluidos cuando me la volví a llevar a la boca, donde la encerré dándole más vueltas que una noria hasta que Jorge, al borde de acabar, me separó de ella. "Hay que ver como la chupas, nene! Lo habías hecho antes?" Le respondí que si, pero que era la primera vez que lo hacía en esta situación y que estaba re nervioso. Tenía miedo que en ese momento, con él, nos viera alguien. "He cerrado las puertas, estamos solos, así que tranquilo, que lo estas haciendo excelentemente bien y no vamos a hacer nada que no quieras". Sus palabras me tranquilizaron. Él comenzó a tirar los papeles de encima de la mesa al suelo mientras que con una mano se tocaba su polla lentamente.
Se quitó la camisa, dejando ver unos pezones hermosos y ese pecho peludo que seguía hasta su espalda también como un matorral de pelos, cosa que me encantó! y se sentó en su silla, comenzando a quitarse los zapatos para desnudarse.
Entonces me dijo - Desnudate vos también...
Me preguntó: Estas apurado?
Con la cabeza le dije que no...Él dijo: Que bien! así podemos ir como a mí me gusta, despacio... Yo me desnudé, y aunque no tengo mucho músculo a Jorge le gustó mi cuerpo. Mi pija, delgada pero larga dicen y estaba bien al palo, pero con nervios.
Él se acercó a mi silla y se sentó sobre mí, totalmente desnudo ahora, y comenzó a acariciarme todo mi pecho mientras me decía:
"Te he descubierto mirándome sin parar así que me he decidido. A mí me gustan los pibes como vos pero hace mucho que no estaba con ninguno, yo también soy muy vergonzoso".
Yo no hacia más que tocar todas las partes de su cuerpo: su peludo culo fue lo que más me excito, pero podía sentir como todas sus carnes estaban firmes, producto sin duda de su trabajo conservaba un cuerpo grueso pero en excelente estado para mis gustos. No me lo esperaba cuando llevó mi boca hacia la suya y comenzó a besarme despacio primero, y después con mucha pasión, para acabar en una batalla feroz de lenguas dentro de nuestras bocas. Él había agarrado mi pija con su mano y la movía lentamente, me pidió que le hiciera lo mismo con la suya y sin más siguió besándome, a mí casi me faltaba ya el aire pero lo gozaba mucho.

Yo notaba su pija dura, de vez en cuando me apartaba la mano supongo para que no acabar tan rápido. En esa escena, sentado él sobre mis piernas, de cara a mí, sintiendo el roce de nuestras barbas y nuestros cuerpos y manoseándonos la pija mutuamente, y besándonos, debió de pasar un buen rato porque cuando fui a darme cuenta los dos estábamos empapados en transpiración y con los labios morados. Después de todo este franeleo la verdad es que me había tranquilizado muchísimo, Jorge se portaba muy bien, se levanto de encima y se puso de pie frente a mí:
" Pibe, quiero culearte". Yo estaba deseándolo, hacía mucho que había sido penetrado, y estaba fuera de práctica la verdad, aparte mi agujero esta ba bastante estrecho, no quería que me hiciera daño pero él me dijo que lo haría con mucho cuidado. Se acercó al escritorio y del cajón saco un tarrito de vaselina. Me apoyo panza abajo contra el escritorio, se agachó y comenzó a meter lengua en mi hoyito aquello empezó a darme un gusto increíble, mi poija se puso bien dura, y goteaba jugos y antes que pudiera hablar él se inclinó encima de mí, y sentí como deslizaba la vaselina por mi ano, poniendo su panza en mi espalda (que placer! me dio eso) y me la fue apoyando. Me abrió las piernas un poco más, me pregunto por la posición, si estaba cómodo y al notar como separaba mi ano y entraba su glande comenzó mi éxtasis. Él comenzó metiendo solo la cabeza, despacio, y luego la sacaba, así unas veces. Me estaba volviendo loco del placer y ganasde que la ponga toda, con una mano empecé a pajearme, cuando noté que Jorge ya metió su pija totalmente, la primera vez lento, para luego comenzar a bombear rítmicamente dentro de mi culo, sin sacarla. Fue un placer inmenso, lo que me enloquecía era las veces en que él daba un empujón más fuerte introduciéndola entera y pegando sus huevos a mi culo. Woofff!!
Si había dolor no lo sentí, durante varios minutos me sumí en aquel palcer, cuando Jorge en un momento empezó aceleró para acabar se agachó hacia mi oído:
"Voy a llenarte de leche el orto pibe", y agarraba con su mano la que yo tenía sobre mi pija, para masturbándome él. Cuando se acabó dio un grito de gozo bien sonoro y así siguió mientras descargaba su lechita en mi interior. Podía sentir como su semen en cantidad enorme se escapaba por mi ano cuando sacó su pija, intenté cerrar el orto para no dejarlo escapar pero era demasiada leche wow! y algo se cayó sobre el piso. Al poco yo acabé también, y ensuciaba mi mano y la suya jaja. Fue muy caliente!
Me dejé caer del todo sobre el escritorio, me sentía satisfecho como nunca había podido imaginar ni en mis sueños más eróticos. Él se dejo caer sobre mí (Que lindo sentirlo encima mío!), recuerdo ese olor a sudor de macho, dulzón y fuerte que se quedará grabado para siempre en mi mente. Cuando pudimos recuperarnos un poco, aún en la misma postura, me dijo:
"Que gustazo me diste! estoy muerto!...".
Nos levantamos, él sacó papeles para limpiar la guasca que había en el suelo, mesa, manos y algo en mi culo.
Vi que en su pija que aún goteaba líquido, ya se había quedado flácida pero me pareció más apetecible, así que me ofrecí a limpiársela. Me agaché y mi boca y lengua saborearon de nuevo aquel regalo, el sabor de ese juguito de macho, del semen, me gustaba. . .
Nos sentamos en la mesa, él sudaba como un condenado y se limpiaba el sudor de la frente con un trapo. Durante más de media hora nos dedicamos a hablar, hacernos caricias y conocer mejor nuestros cuerpos. Sé que ya he hablado maravillas de su cuerpo pero no puedo evitar volver a recordarlo allí, con su cuerpo peludito, el pelo desenmarañado del sudor y su pija que ahora era ahora diminuta, pero gruesa, y casi no se veía entre aquellos hermosos huevos.

Me contó como lo había disfrutado, me preguntó si me había gustado y yo, ya totalmente tranquilo y confiado, le respondí que era la primera vez que había disfrutado tanto: Estaba muy contento.
Allí nos hubiéramos quedado horas, pero la hora de la comida ya había llegado y ambos teníamos que volver a nuestras casas. Me lancé y pedí a Jorge que me dejara ayudarlo a vestirse, agarré sus calzoncillos que estaban muy mojados del sudor y antes de ponérselos me los restregué por todo el cuerpo, por mi cara, respiré profundo para que me quedara su olorcito grabado. Mientras le ponía la camisa acaricié su pecho, los pelos suavemente, le masajeé las tetillas. Él se dejaba hacer y antes de salir volvió a besarme durante un buen rato, acariciándome el culo... Cerró el taller y nos subimos en su coche, me llevaba de vuelta a casa. El ir al super se me había olvidado por completo jaja...
En el camino, charlando me contaba que en el taller, su único consuelo era hacerse pajas en su despacho cuando estaba solo. La conversación volvió a excitarme.Le dije que me habían entrado unas ganas locas de chuparle la pija otra vez y comencé a desabrocharle el pantalón.
Me dijo: "Espera que yo necesito descansar, no puedo puedo hacerlo otra vez y menos conduciendo".
Pero no le hice caso, me incliné sobre su pija, le saqué los huevos fuera del pantalón y empecé a comérmelos, chupárselos con todas las ganas. Él ya no podía conducir bien así, y como vio que yo no paraba, estacionó el auto en la primera que pudo. Me di cuenta cuando paró el coche, que lo había hecho en un área de descanso con muchos árboles y que estaba vacía. Me hizo parar para bajarse bien los pantalones y retirar atrás el respaldo de su asiento, yo hice lo mismo y seguí chupándole pija y esos ricos huevos. El olor a bolas de macho era ya muy fuerte, y después de un rato, Jorge me pidió que parara. "No se me va a parar".
Yo no le hice caso de nuevo estaba decidido a tragarme toda aquella leche y seguí chupándosela entonces, y chupando hasta que me dieron arcadas al tragarla toda, pero me encantó.El fuerte olor a sudor que teníamos los dos no hacia mas que seguir excitándome, así que mis besos y chupadas se hicieron más intensas. Me la metí hasta la garganta. Él dijo "Eso es, chupamela como vos sabés".Ya no podía aguantar más me susurró de pronto y al poco tiempo, él estaba acabando dentro de mi boca, se me nublo la vista de tanto placer. Acababa dando espasmos, y noté el montón de semen que entraban en mi boca. Intenté tragarlos pero en menos de un segundo mi boca se había llenado, y es que Jorge estaba teniendo una acabada de huevos de aquellas, no paraba de echar leche, tuve que dejarla salir por la comisura de los labios, y al acabar tenía toda mi boca llena entre leche y pija y se le habían puesto los pelos de pija y huevos todos pringados.
Él estaba rojo como un tomate y los ojos también le lloraban, le había encantado.
Mientras sentía el gusto de su lechita tan rico.
Agotado ya, notaba como su pija se desinflaba rápidamente dentro de mi boca. Pero no dejé de chupar hasta que salió la última gota.Nos besamos con las pocas fuerzas que nos quedaban, pero el beso fue con un cariño enorme y dulzura.
Se quedó callado y reposando mientras yo acababa de comer lo último que quedaba del semen en sus pelos y bajo vientre, intentando dejarlo lo más limpio que podía.
Nos miramos, nos sonreímos, le di un abrazo y un beso largo y nos dispusimos a vestir.
"Estos calzoncillos están para tirarlos" le oí decir refiriéndose a sus boxer blancos que chorreaban de sudor, manchas de semen y sucios, con fuerte olor. Se puso solo los pantalones pero al ver que quería tirarlos le detuve y le dije:
Quiero quedarme con este tesoro para mí.
Jorge sonrió y nos besamos de nuevo por ultima vez. El viaje de vuelta a mi casa acabó y tras dejarme me dijo que dentro de dos días que pasara por la tarde y no tuviera mucha prisa en volver a casa. Complacido pasé todo el día siguiente pensando en él, haciéndome pajas como un loco, deseando que llegara el jueves tarde. Cuando al fin llegó el día, me dirigí hasta el taller, el reencuentro con él fue hermoso, así que cerramos el taller y nos fuimos a su campo, a diez kilómetros de acá, a pasar un finde precioso... Pero eso es ya otra historia.
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