martes, 15 de agosto de 2023

Un papi dominante me rompe el cul0 y me hace su put@


Me consideraba un hombre bi-curioso y no tenía casi ninguna experiencia.

A los 28 años, decidí intentar conocer a alguien de nuevo y creé un perfil en un sitio de contactos. En el mismo, me identifiqué como bi-curioso, tenía poca experiencia y solo quería encuentros sin compromisos, y enumeré mis intereses como "a pelo", "anal", "oral" y "pezones". También publiqué algunas fotos privadas de mi culo, la entrada de mi agujerito y mi verga. Me describí como que mido 1,74 m y peso 72 kg.


A las pocas horas de la publicación, recibí algunas visitas, la mayoría de otros tipos bi-curiosos y de pasivos. Luego recibí un mensaje de un tipo que despertó mi interés. Tenía 47 años y tenías los mismos intereses casi que yo. Su perfil no tenía foto de cara, pero sí incluía un par de su verga, que se veía muy tentadora. Él era de 1,83 m y pesaba 110 kg. Me pidió ver mis fotos privadas y se lo permití.


Unos minutos más tarde, llega otro mensaje: "Che, me interesa conocerte. Podemos vernos si quieres hoy más tarde".

Le contesté que estaba también interesado, y le reiteré que tenía poca experiencia - compartiendo detalles de mis otros dos encuentros anteriores - pero que estaba buscando chupar pija, y un 69 como el siguiente paso en mi exploración sexual. Quedamos en encontrarnos más tarde por la tardecita en su casa, que estaba a media hora más o menos de la mía.


A medida que se acercaba la hora señalada, me duché y salí, ansioso, y con la esperanza de que este encuentro fuera más satisfactorio que los dos anteriores.


Vivía en una pequeña casa antigua en un calle sin salida. Me quedé mirando un momento la entrada de la misma, después fui hasta la puerta principal y toqué el timbre. La puerta se abrió y fui recibido por un hombretón hermoso por cierto. Estaba con una barba de unos días, bastante tupida, tenía el pelo oscuro pero estaba gris a los lados. Estaba con unas pantuflas, usando jeans con una camisa de franela que no estaba totalmente abotonada. Podía ver su pecho peludo a través de la abertura. Cosa que me excitó.

- Entrá, dijo. Me llamo Enrique pero decime si querés Quique.


- Soy Nicolás, le dije, entrando en la casa.

- Tendrás que quitarte los zapatos, Nico, dijo. Acabo de terminar mi piso, y no quiero ningún rasguño.

Me los quité, quedé con las medias, y lo seguí hasta el living.

- Sentate y ponete cómodo, me dijo, señalando un sofá. ¿Querés tomar algo? ¿Agua o algo más fuerte?

- No, gracias, ledije, sentado en el sofá, un poco nervioso.


Se sentó a mi lado, su muslo derecho tocando mi muslo izquierdo.


- Así que, no mucha experiencia, eh, me dijo. - Eso es genial. Tendrás un poco más pronto.

- Por eso estoy acá, le dije algo nervioso. Como te dije, espero dar el siguiente paso y probar un poco más.

- Puedo ayudarte con eso, dijo, con una pequeña risa. ¿Por qué decidiste aceptar mi oferta en particular? ¿No ningún otro antes?

- Bueno, tus intereses coincidían con los míos en su mayoría, le dije. Había otros, pero ninguno me interesó.

- ¿Algo más? Preguntó.

- ¿Qué quieres decir? Yo respondí.

- Bueno, eres un hombrecito, dijo. Yo soy casi mucho más grande, más alto y probablemente te supere en 30 kilos o más. He conocido a muchos tipos como vos y tienden a gustarles los hombres más varoniles. ¿Te suena a vos, Nico? ¿En general en el porno se inclinan hacia los papás y los osos, grandotes y peludos, por ejemplo?

Puso su gran mano en mi muslo, y lo apretó. Podía sentirme poniéndome rojo de tímido que soy. Le miré la mano enorme que tenía. Tal vez tenía razón. Tal vez subconscientemente por eso no me interesaban los otros tipos que se acercaron, pero si le respondí a él.

- Quieres chupar la verga de un hombre de verdad, ¿no? Él dijo, en silencio. Era más una declaración que una pregunta. - Levantate y desnudate para mí. Quiero ver si vales la pena.

Me levanté, me quité la camisa y se me cayó. Me desabroché los pantalones y lentamente me los quité, y luego me quité las medias. Con mis pulgares en la cintura de mi slip los bajé hasta mis tobillos y salí. Me quedé desnudo delante de Quique.

Tomó mi verga flácida entre sus dedos y dijo: Ja, la pija de un hombrecito. No la vas a necesitar hoy.

Me soltó y me dijo que me diera la vuelta.

Hice lo que me pidió. Me pasó una mano por el culo.

Bonito culo, sin embargo, dijo. Date la vuelta otra vez, y ponete de rodillas.

Me di vuelta y me arrodillé. Levantó su pierna izquierda y puso su pie en mi cara.

Lamelo, ordenó.

No me esperaba eso, pero saqué mi lengua y comencé a lamerle la planta del pie. Eso duró unos 30 segundos. Sentí su olor a pata, y su sabor saladito al pasarle la lengua, me encantó. Estaba excitado y podía sentir que empezaba a endurecerse mi pija. Movió su otro pie y lo frotó en mi pija, mientras seguía creciendo.

- Bueno, ahora que hemos establecido con firmeza qué tipo de hombrecito sos, vení al plato principal, dijo.

Sacó la pierna de mi cara, agarró mi camisa del suelo y se secó el pie. Se puso de pie y dijo: Seguime.


Subimos a su habitación. Agarró una toalla de una silla cercana y la extendió por el suelo.

- Arrodillate.

Me arrodillé sobre la toalla. Se paró frente a mí, pero no dijo nada. No tenía que hacerlo, yo sabía qué hacer.

Me acerqué, le desabroché el cinturón, le bajé el cierre, le bajé los jeans. Podía sentir un fuerte olor a macho en su entrepierna desde la tela de su boxer. Como yo, se quitó la camisa y la tiró en una silla cercana. Se terminó de quitar los jeans. Luego me acerqué y le bajé ese bóxer que noté mojado. Y los tiró a un lado.

Todavía estaba flácida su verga, pero estaba claro que era bastante grande. Tentativamente la tomé con mi mano derecha y me incliné. Le besé la cabeza y le lamí la rayita, saboreando y sintiendo su gustito. tenía sabor a meo y creo que a una previa paja. Y entonces, por primera vez, puse la verga de otro hombre en mi boca. Giré mi lengua alrededor y chupé, y sentí que empezaba a endurecerse. Con mi mano izquierda, le masajeé las pelotas, como había visto en los videos porno. Tenía una erección furiosa y con mi mano derecha y empecé a masturbarme.

- ¿Dije que podías hacer eso? Dijo, con un poco de tono amenazante en su voz. - Tenés que centrar todo en mí. Acá soy el macho y vos mi putita. ¿Está claro?

Yo asentí con mi cabeza, y seguí chupando su verga enorme. Me dejé llevar y me concentré sólo en él.

En poco tiempo, se le puso completamente dura. Y largaba mucho preseminal. Me lo saqué de la boca. Era gruesa, tal vez con unos 18 cm de largo, y curvada hacia arriba. Estaba brillando con mi saliva en ella. Le lamí la rayita de su cabeza mientras salía una gota de presemen y lo volví a poner en mi boca. Puso sus manos en mi cabeza y empezó como a cogerme fuerte metiéndola hasta mi garganta. Inmediatamente empecé a ahogarme, pero él no se detuvo. Se mantuvo en ello, empujando más su verga mientras me asfixiaba y ahogaba y yo escupía saliva goteando desde mi boca hasta mi regazo y la toalla. A pesar de mis mejores esfuerzos, podía sentir mis dientes ocasionalmente mordiendo su verga, pero no parecía importarle. Puse mis manos en sus muslos y traté de alejarme, pero él me agarró con fuerza y siguió metiéndola, hasta que finalmente me soltó y me retiré. Jadeé, caí sobre mi culo e intenté recuperar el aliento. Había perdido mi erección durante la cogida de boca que me dio. Me limpié la saliva de la barbilla.

- Con más práctica, putita, vas a aprender a no morder, dijo, sonriendo.


Se subió a la cama, se apoyó contra la cabecera y abrió las piernas. Una vez más, sabía qué hacer. Me subí a la cama y me arrastré entre sus piernas, me arrodillé y comencé a chuparle la verga nuevamente. Una vez más giré mi lengua alrededor de su glande y chupé con esmero. De vez en cuando me lo sacaba de la boca y le lamía la rayita absorbiendo sus jugos que no dejaban de salir. Mientras continuaba chupándole la verga, probé su preseminal hasta que ya no salía. Cuanto más chupaba, mejor me volví en más experto, y capaz chupar su pija hasta que llegue a mi garganta sin ahogarme.

-Chúpame las pelotas, ordenó.

Bajé y lamí sus huevos, y puse un testículo en mi boca, girando mi lengua alrededor de él como había hecho con su verga. Luego hice lo mismo con el otro. Me trague algunos pelos de sus huevos con puro gusto. Y sentí su aroma a macho en sus bolas que me encantó.

- Ahora lame el área debajo de mis pelotas, dijo.

Usé una mano para quitarle las pelotas del camino y me incliné más hacia abajo y le lamí el perineo. Estaba un poco transpirado y oloroso, pero no de una mala manera, extrañamente me gustó.

- Está bien, es suficiente, dijo. Date la vuelta. Es hora de hacer mío ese pequeño culo tuyo.

- No, de ninguna manera, dije, mientras me arrodillaba. - Estoy feliz de chuparte hasta que acabes, pero no voy a dejar que me cojas.

Su cara se nubló, y agarró mi brazo derecho y lo retorció violentamente. Grité, mientras caía a un lado. Me agarró e inclinó hacia adelante y me empujó sobre mi estómago. Acostó mis piernas, las sostuvo y puso una mano entre mis omóplatos y me sostuvo. Oí un ruido de que largó bastante saliva y la sentí en mi culo.

- Tu perfil decía que te interesaba coger, dijo. - No me gusta que me tomen el pelo. No sólo te voy a coger, y romper el culo, sino que me lo vas a agradecer.

Luché para escapar, pero no sirvió de nada. Era demasiado grande y fuerte, y me retuvo. Puso una mano en mi cuello y presionó hacia abajo. Sentí su peso sobre mí mientras se inclinaba hacia adelante, atrapándome debajo de él, ahora presionando su antebrazo sobre mi cuello. Él frotó su verga por la raya de mi culo. Luego la sentí en mi agujerito y empezó a penetrarme. Al principio me dolió un poco, pero había jugado con consoladores así que no me dolía demasiado. Seguía presionando hasta que entró toda su verga. Tuve una extraña sensación de estar lleno. No se movió durante un rato, dejándome acostumbrarme a su pija. No podía creer que esa gruesa y enorme verga estaba dentro mío. En el fondo me excitó de nuevo.

Luego empezó a cogerme, lentamente al principio, manteniendo un ritmo constante, sus pelotas golpeándome el culo con cada embestida. A pesar de las circunstancias, empezó a sentirse bien, me estaba gustando muchísimo la verdad. Había fantaseado con ser cogido y planeaba hacerlo eventualmente, aunque no como estaba sucediendo. Pero me sentí bien, que no podía negarlo. Tant que no pude evitarlo y empecé a gemir, tal vez en el fondo quería que me cogieran así.


- Uf te gusta eso, ¿verdad putita? gruñó. - Dime cuánto te gusta.

- Me encanta, por favor no pares, lloré.


- No voy a parar hasta que haya terminado, dijo, riendo. ¿De quién sos putita?

- Soy tu putita, toda tuya, lloré.

- Así es, hombrecito, dijo. - Podría hacerte uno de mis habituales, si tenés suerte y te portás bien.

Empezó a cogerme más fuerte y más rápido, gruñendo con cada embestida. Me dio chirlos en el culo un par de veces, enrojeciéndomelo. Lloré de dolor cada vez que lo hacía. En un momento llevó sus manos debajo de mi pecho y me retorció los pezones, generando otro gemido en mí. Luego se levantó un poco y puso ambas manos en la parte superior de mis brazos, presionándome hacia abajo, mientras continuaba cogiéndome más y más fuerte. Podía sentir su verga palpitar cada vez que entraba más profundo.

- Tomá putita, dijo. - Vas a recibir la lechita de un hombre de verdad.

Continuó cogiéndome bien a lo bruto durante un par de minutos, pero no estaba seguro. Me había perdido en el momento. Finalmente, gritó y sentí que su verga comenzaba a descargar toda su leche en mi culo. Uno, dos, tres, cuatro, cinco embestidas acompañadas con chorros de semen mientras acababa. Luego se desplomó sobre mí. No podía moverme, con su peso presionándome y aplastándome. Pero me sentía en la gloria, muy feliz, y había acabado también cuando sentí su leche llenándome las entrañas. Podía sentir que su verga empezaba a ablandarse y luego la sacó, y rodó sobre su espalda.

- Limpiame, ordenó.

Empecé como pude a levantarme de la cama para agarrar una toalla o algo del baño, pero él me agarró del brazo y me arrastró de vuelta hacia él.

- Dije, 'limpiame', mientras guiaba mi cabeza hacia su verga.

Casi me vomito al pensarlo, pero me recosté y le chupé la pija, saboreando una desagradable mezcla de semen, lubricante y mi culo. Cuando terminé, me hizo a un lado.

- ¿Qué es lo que  se dice? Preguntó.

- Gracias, contesté, mi voz apenas por encima de un susurro.






1 comentario:

  1. Que ganas de que un papito dominante me haga suyo; me dé verga y me llene de leche
    chaser4topbear@outlook.com

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